Las invasiones: convivencia, continuidad o ruptura:
Unos investigadores nos hablan de convivencia, otros de
continuidad de costumbres y otros de ruptura en la sociedad del momento.
En el caso de Orosio, éste nos habla bien acerca de los
germanos, añadiendo que trataban a la población local de hispanos como amigos.
Pero otros pueblos como cantabros, astures, vascones, vadineneses, aunonenses,
caristios, autrigones, vardulos, verones y turmogos, nunca se mezclarían con la
población y permanecerían en las montañas del norte peninsular.
Es justo apuntar que las invasiones germánicas no ocasionaron en
Hispania una ruptura profunda de la continuidad histórica. Los pueblos bárbaros
y sus monarquías nunca pretendieron acabar con el Imperio ni transgredir su
orden social, pero la evolución hacia este ocaso fue un proceso gradual
perdurando formas de la antigua sociedad junto a otras nuevas.
El fenómeno que nos permite comprobar la continuidad histórica
es la perduración de una aristocracia romana entre los siglos V-VII y mantendrá
su preeminencia social al lado de una aristocracia germánica.
Cuando los Visigodos llegan se encuentran una civilización
claramente urbana y sobretodo asentada junto a los cauces fluviales.
Conservarán las divisiones provinciales romanas y se establecerán como la élite
dirigente conservando a los patricios romanos como gobernadores de las
ciudades.
Así, los Visigodos usarán también el sistema romano existente de
calzadas, solo que con la diferencia de que ahora ya no habrá que abastecer a
Roma y habrá que buscar nuevos mercados, por ello muchas de las calzadas
dejarán de utilizarse y consecuentemente las ciudades próximas a las mismas y
que se beneficiaban de ellas por su proximidad irán desapareciendo
poblacionalmente.
Ahora, algunas ciudades dentro de cada provincia cobrarán aun
mayor importancia por convertirse en ciudades políticas y administrativas bajo
el gobierno de un «comes» o «dux», y cada provincia además tendrá varias sedes
episcopales.
Por otro lado, se extiende el uso generalizado por ley de un
tipo de asentamiento llamado «vicus», que es simplemente una evolución de las
anteriores villas romanas, constituidos por unas poblaciones de 200 a 2000
habitantes. Los visigodos tienen un marcado carácter rural debido a sus
orígenes, pero al frente de estos
vicus se encontrará un «magnate» que cederá las tierras a los
campesinos para que estos las trabajen, no obstante, en prácticamente la totalidad
de los casos estos magnates serán los anteriores patricios ya que la élite
visigoda necesitará su apoyo para poder mantenerse en el poder.
Estos vicus se constituían en asociaciones de vecinos para poder
regular actividades cotidianas como el uso de pastos, o incluso tratar las
decisiones del Aula Regia y de los Concilio de Toledo.
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