El Califa es la cabeza política y religiosa del Islam (al menos
en teoría). Solo podía haber uno, e inicialmente ya había un califa en Damasco,
que finalmente se trasladará a Bagdad y que gobernaba todo el mundo musulmán.
Pero ahora en al-Ándalus había otro que renunciaba a cualquier lazo (excepto el
comercial) con el resto del territorio musulmán.
Haciendo una pequeña analogía, es como si el Papa fuera a la vez
sumo pontífice de la Iglesia y emperador. La diferencia fundamental entre un
rey y un califa, es que mientras un rey depende de la autoridad papal en el
plano religioso, el califa ostenta a la vez poderes políticos y religiosos.
Pero este es un terreno muy grande, que de ninguna manera puede gobernar una
persona sola, de modo que en un principio el califa dividió su vasto imperio en subterritorios más pequeños
llamados emiratos, que son gobernados por emires en los que el califa delega su
poder político en esa zona.
En muchos casos, con el tiempo los emires dejarán de obedecer al
califa, proclamando la independencia de sus emiratos como fue el caso de
al-Ándalus, pero religiosamente aún lo aceptarán. No obstante, el emirato de
Al-Andalus después se transformará en Califato. En el caso de Al-Andalus,
cuando Abd al-Rhamman III se siente lo suficientemente fuerte, y se
autoproclama Califa, cambiando el emirato por un califato independiente del de
Damasco, crea también una ruptura religiosa.
Con el paso del tiempo el título de Emir se acabará convirtiendo
en un título nobiliario más, equiparable en los reinos cristianos a Conde,
Duque, etc.
Después dentro de los emiratos están las provincias, llamadas
Coras «kura», administradas por los «Wali» (En Al-Andalus existía una de
Sevilla, otra de Granada, Toledo...) la mayoría se corresponderán con lo que
tras la fragmentación del califato de Córdoba se conocerá como reinos de
taifas.
Finalmente, en un ámbito administrativo más pequeño tenemos a
los «cadies», que se encargan de las ciudades o distritos «Iqlim», a parte de
realizar su función de jueces.
Para dirigir la administración, los abbasíes crearon el cargo de
visir (wazir) que lo controlaba todo por delegación del califa. La
administración se dividió en numerosos ministerios que recibieron el nombre de
«diwanes». Entre éstos destacaban el del «tesoro», que controlaba la fiscalidad
y elaboraba los presupuestos del Estado; el de la «cancillería», el de
«correos», el de «policía», el de «justicia»,…
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